25/03/2015 | La historia de Ezequiel Sánchez

Oficio de mar

El puerto de Mar del Plata es una ciudad en sí misma: con sus propios códigos y tradiciones. En esta nota te presentamos a Ezequiel Sánchez, un joven pescador que lleva 11 años de oficio.
"Yo tengo tatuado en la espalda Soy del Puerto". Con esta frase, Ezequiel Sánchez resume el arraigo con el que viven los hombres que traen hasta nuestra mesa los productos de la Costa Atlántica.



Ezequiel, cómo muchos otros que comparten su oficio en la ciudad de Mar del Plata, proviene de una larga tradición familiar de pescadores. Hoy sostiene ese legado como parte de la tripulación del buque Barba Negra, un barco de 17,6 metros de eslora que fue botado en 2012.

"Nací en el puerto. Acá en el pueblo se empieza por la familia: mi abuelo, mi tío, mis primos; todos se dedicaron a esto. Mi tío tenía lancha y yo me rateaba de la escuela a los 15 años para salir con él", narra Ezequiel y agrega: "Salíamos en lancha, eso es el trabajo por día. Se arranca a las cinco de la mañana y volvés después de que cae el sol". El entrevistado define a esos viajes en lancha como el inicio de una elección de vida.

Existen distintos artes de pesca y Ezequiel, con once años de práctica, parece conocerlos todas, ya sea que deba utilizarse redes trampa o de arrastre. Una vez que empezó a abandonar las salidas diarias en lancha, los viajes se volvieron más largos.
Cuatro días en altamar con trabajo de 24 horas es el destino en un barco compuesto por cinco marineros y un capitán. Si el clima y la captura acompañan, el regreso a la costa es sólo para descargar lo producido y volver al trabajo. Ya habrá tiempo para descansar cuando las condiciones climáticas así lo dispongan.

Es una vida dividida: "A veces volvés a tu casa y querés ser el hombre de la casa pero tu mujer te mira como diciendo no opines que vos no estás nunca. Y ahí te dan ganas de volver al mar". Porque el barco también se vuelve un hogar.

Cuando está en altamar, Ezequiel no sólo levanta las redes, también es cocinero. "Comemos bien. Yo me encargo de pedirle a un proveedor lo necesario para ocho comidas y cualquier otra cosas que se necesite". El esfuerzo de la tarea requiere no privarse: "Estamos todos bastante gorditos", bromea.

En invierno la pesca para él se vuelve recreativa y en tierra. Se va con sus compañeros a la Bahía de Samborombón a pescar corvinas a un campo. Es una unión estrecha. "Lo más lindo del puerto es conocer gente", sentencia, y narra: "Hace tres años que trabajo con esta gente y nos conocemos más que a nuestra propia familia. Te cuentan cosas que no saben ni su mujer ni sus hijos. Eso está bueno".


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