Por su parte, el bioetanol, obtenido mediante el proceso de fermentación a partir de biomasa, puede utilizarse mezclado con nafta en cantidades variables, en estado puro (sin mezclar) como una alternativa a la nafta, o bien, para la fabricación del etil-tri-butil-eter, un componente de naftas reformuladas que reemplaza al metil-tert-butil éter.
Actualmente, la producción de bioetanol en la Argentina se elabora en base al procesamiento de la caña de azúcar (Sacharum officinarum L) y de los cereales, principalmente el maíz (Zea mays), el cual fue incorporado con posterioridad a la caña. Luego de la conclusión del “Programa Alconafta”, se retomó la producción de bioetanol en la Argentina a partir de la implementación de la Ley N° 26.093 (Ley 27.640 vigente hasta el 2030) y la 26.334 (2007), las cuales también enmarcaron al biodiesel. Si bien ya se contaba con cierta capacidad de producción de alcohol etílico en base a caña de azúcar con anterioridad a la sanción de estas leyes, la misma fue modernizada y ampliada notablemente a partir de la sanción de las leyes mencionadas , sumando como novedad el surgimiento de proyectos orientados a obtener etanol de maíz con tecnologías modernas.
El procesamiento de la caña de azúcar ofrece productos de alto valor, y en particular, la generación de energía de diferentes formas. En tal sentido, la generación de biocombustibles líquidos, es un agregado de valor a la cadena de transformación de la caña. A su vez, la producción de bioetanol de maíz también ofrece importantes productos que sirven en gran medida como complemento de la alimentación animal y otros aprovechamientos. El proceso de obtención de bioetanol incluye varias etapas una vez que se recibe en la planta de producción: i) preparación de la materia prima, ii) fermentación alcohólica mediante el uso de levaduras, iii) recuperación de etanol, y iv) recuperación de co-productos.
La mayor concentración de plantas productoras de bioetanol de caña se da en el noroeste argentino (NOA), mientras que aquellas que procesan maíz se asientan principalmente en la provincia de Cordoba (aunque también hay en Santa Fe y San Luis) y, a diferencia del biodiesel, destina su producción casi exclusivamente al mercado interno para cumplir el mandato de mezcla con nafta.
Ambos biocombustibles (biodiesel y bioetanol) constituyen eslabones de gran importancia en el agregado de valor en sus respectivas cadenas agrícolas, a la vez que son fuente de generación de mano de obra local y parte fundamental en el desarrollo de energías amigables con el medio ambiente.